Iniciaron la celebración de esta fiesta los Frailes Menores en el siglo XIII. Luego se extendió al mundo occidental, desde el año 1389. Nos recuerda la visita que hizo la Ssma. Virgen a su prima Santa Isabel, después de la Anunciación.
Después que la palabra eterna de Dios entró en María ella sintió la necesidad de ir a cumplir con una obra de caridad. Este es el fruto lógico que da la palabra de Dios a quien la recibe con humildad y amor.
Santa Isabel, al encontrarse con María, la saluda como “Madre de su Señor”. El saludo del Arcángel y este de Isabel, forman la primera parte del “Ave maría” que rezamos en el rosario.
María es la Madre de Dios, no en el sentido que ella dio la vida a Dios, sino por haber dado cuerpo humano al que desde toda la eternidad es Dios. Por eso María es grande, porque Dios la enriqueció de su amor. Hay que tener presente que entre Dios y María hay una diferencia infinita. “María es la humilde esclava de Dios”, mientras que Dios es todo poderoso.